Bueno, pues ya estamos otra vez liados. El año pasado no pudimos ir a Cabo Norte por una desgracia familiar así que probamos de nuevo este año. Aunque con una diferencia importante: Manolo y Mercedes, la pareja que habitualmente se mete en estos berenjenales con nosotros, este año no pueden venir.
Así que, viajeros por tierras nórdicas, estáis de suerte, ya que por mucho que nosotros pongamos de nuestra parte, sin su ayuda, la disminución de cerveza en los países visitados no va a degenerar en sequía cervecera.
La idea de ir a Cabo Norte nos ronda desde hace tiempo, como a casi todo motero, pero no lo vemos como un objetivo, sino como una excusa para conocer la belleza salvaje, abrupta y descomunal de esos países, principalmente Noruega.
A modo de presentación del viaje, hago un pequeño resumen de lo que tenemos planeado.
Lo primero, acometer un punto problemático: vamos a llevar la moto en remolque hasta cerca del puerto de Travemünde, concretamente a Lübeck; allí dejaremos coche y remolque a buen recaudo y seguiremos en la moto hasta el ferry.
Lo llamo punto problemático porque he oído y leído muchas opiniones del tipo “de viaje, se sale de casa en moto y se vuelve a casa en moto” y las mil variaciones de la frase que todos conocemos. A mí me parece respetable esa opinión, pero también me parece que más de 2000 kms. (y otros tantos de vuelta), parando lo imprescindible, por las autopistas francesas y alemanas no me aportan nada ni como viajero/turista ni como motorista, salvo dolor de culo y espalda. Por otro lado, a la moto ya le hicieron el rodaje hace más de 20 años, con lo que no está demás evitar esfuerzos innecesarios.
Tras saltar en el ferry a Malmö, cruzaremos el país de sur a norte, todo lo rápido que permitan las carreteras y sus limitaciones de velocidad, que parece ser, como en toda Escandinavia, nos va a permitir medir con tranquilidad la evolución de los innumerables bosques, ríos y embalses que componen el paisaje sueco. Así que toca, ejercicio de paciencia y confiar en los avisos de radar del navegador.
No llegaremos hasta el punto más al norte de Suecia, ya que nos desviaremos un poco para pasar por Rovaniemi (Finlandia) a saludar al señor de las barbas, patrón de las bebidas refrescantes, en concreto una que no necesita publicidad y que en los últimos años ha extendido su radio de acción hasta llegar a nuestros sureños hogares, restando protagonismo a los tradicionales camellos y sus mágicos conductores.
Desde Rovaniemi, iniciamos la última etapa larga de aproximación al Cabo Norte, donde repondremos fuerzas, lavaremos ropas y comeremos algún reno (bueno, no creo que nos lo comamos entero, pero algún cacho careá) y empezará el viaje de verdad: la costa Noruega; etapas cortas y cargadas de todo tipo de experiencias y maravillas (además de más reno para comer, ¿verdad Mercedes?), pasando por las Lofoten, los parques naturales y montañas y, por supuesto, los fiordos (seguramente nos hartaremos, pero me han dicho que existe una contramedida efectiva ante la indigestión de barcos y fiordos: cerveza a mansalva).
Desde Kristiansand, en el sur de Noruega, saltaremos a Dinamarca y “cagando leches” (observese el manejo del vocabulario motero) a recuperar coche y remolque, cargar la moto y enlatarnos para continuar viaje de vuelta a casa.
Una vez en el hogar, tendremos dispuestas múltiples toallas prestas a enjuagar las lágrimas que se nos escaparán a medida que vayamos asumiendo que al día siguiente madrugamos, pero no para subirnos a la moto.
Si no me vence la pereza, iré publicando a lo largo del viaje para aquellos masoquistas que disfrutan de mis escritos y reflexiones.