Etapa 2. Münster – Isla de Magerøya
Desde el 25/06 al 30/06, a tiro de piedra de Cabo Norte
Día 3. 25/06 MÜNSTER (PARKING) – PUERTO DE TRAVËMUNDE. 356 KMS.
https://maps.app.goo.gl/aMonZ64zHNBUPpZJ7
Nos quedaban unos pocos kms. para llegar al barco que nos trasladaría mientras dormíamos a Malmö (Suecia). El trayecto sencillo y rápido, la mayor parte por autopista, de las que sorprende la velocidad con la que circulan algunos vehículos. Eso sí, todo el mundo muy educado, ni una ráfaga de luces y ni un pitido si en alguna ocasión me ponía a adelantar por el carril izquierdo a mis humildes 140 kms/h y bloqueaba la estampida de porsches, ferraris y demás fauna. Era mi primera vez y puedo decir que inpresiona ver por los retrovisores como se acercan a tu espalda a una velocidad endiablada hasta adecuarse a tu velocidad y en cuanto dejas el carril libre, «despegan» de nuevo, pero como decía, ni un mal gesto.
El puerto, gigantesco y como escribí en el post diario, muy orienteado al tráfico de camiones. La terminal funcional y preparada para grandes cantidades de personas comiendo y descansando, pero a las horas que llegamos, estaba prácticamente vacía y los pocos que había por allí se largaron en cuanto cerraron la tienda de la terminal.
Y todavía quedaban unos 350 kms. a una temperatura que no creo que vean muy a menudo en Alemania. Total, llegamos a, eso de las 22:30. El barco partía a las 3, con lo que en embarque no empezaría hasta las 00:00. Tras enterarnos donde se hacía el check-in, nos tiramos de cabeza a un supermercado que habíamos visto en una terminal muy grande. Según llegamos a la puerta, apagan las luces y cerrado. No sabíamos la hora de cierre (23:00 en punto muy punto) y nos quedamos a 3 metros de la puerta. Otra cena, sin probar la cerveza.
Del barco, señalar que a pesar de la hora tan rara (03:00) ha sido de los mejores que hemos utilizado; cierto que estaba viejo, pero todo muy limpio. El puerto de Travëmunde está mucho más orientado al tráfico de camiones que a vehículos privados. Eramos muy pocos los que no llevamos camión y motos solo 5. Tremendo lío por la mañana para encontrar la moto entre el mar de camiones.
El personal de embarque nos cercó a las motos y vehículos privados my cerca del ferry pero parece que fue un error de alguien, porque tras algunos gritos y aspavientos con los encargados del embarque, se marcharon y nos dejaron olvidados viendo com se realizaba el embarque de camiones, de muchos camiones. Tras cerca 1 hora de espera, nos introdujeron a las 5 motos a un hueco que nos habían dejado mientras que a los coches y autocaravanas los colocaron en otra parte del barco.
Impresionados con tanto camión y tan juntitos (aprovechan bien el espacio), seguimos el río de gente que intentaba llegar a la planta de recepción y camarotes y todos bien arrimados (más que los camiones) trepamos por unas escaleras interiores hasta que alguien, supongo que por error, soltó de su anclaje una puerta el pisos superiores y quedamos todos bloqueados en aquel conducto, puesto que la puerta no podía abrirse desde la escalera. No quedó más remedio que bajar. Las explicaciones en diversos idiomas y tonos de voz para convecer al de detrás que se diese la vuelta y bajase fueron dignas de grabarse; lástima que no podía descolgarme la mochila de la espalda para sacar el teléfono, no había espacio suficiente para la maniobra.
A pesar del mal rato hasta que llegamos al camarote, en un segundo cambió nuestra expresión cansada y malhumorada por una sonrisa de sorpresa: el camarote estaba impoluto. Se notaba el paso del tiempo, pero todo, ropa de cama, el camarote, el baño…. todo estaba muy limpio y se mostraba cómodo y acogedor. En nuestros viajes habremos utilizado entre 10 y 15 ferrys y casi todos, por no decir que todos, hasta el momento coincidian en un aspecto: la limpieza de baños y camarotes era un concepto no asimilado correctamente (se lleva la palma el de Barcelona a Civitavecchia).
Este, en cambio, estaba sorprendemente limpio, así que,animados por esta primera toma de contacto, tras colocar el equipaje de mano que llevábamos y algo de café, galletas, etc, salimos a recorrer el barco. El buen comienzo, continuó por el resto del barco. Además, suponemos que por la gran cantidad de camioneros con ganas de marcha el ambiente del barco era espectacular; pasillos y exteriores del barco con mucha gente pululando de un sitio a otro y el bar del barco repleto, con unos camareros muy agradables para lo que suelen ser en estos artefactos marinos, mucha (y cara) cerveza, bastante alcohol que parecía vodka, grupos charlando animadamente y muchas timbas (aunque no había pasta en las mesas).
Cena rápida en el camarote de productos de casa regados con agua (no dejaban sacar las cervezas de bar) y a dormir, por una vez en un barco, bastante bien. Cuando abriesemos los ojos estaríamos muy cerca ya de que pies y neumáticos tocasen suelo escandinavo.
DIA 4. 26/06 MALMÖ – SJÖTORP. 465 KMS
https://maps.app.goo.gl/DDBb3Ku3iTdCDikB7
Bien dormidos y emocionados con la llegada a Suecia, primera vez para ambos, preparamos un café rápido (es más fácil de decir que instantáneo), ducha a la carrera y prepaamos las bolsas con las cosas que llevábamos encima y salimos disparados al bar a ver si no había demasiada gente y podíamos tomar algo caliente. Así era, no había aglomeración y tras calentar el estómago, salimos al fresco de las cubiertas exteriores y ya se veía tierra firme.
Estábamos muy cerca de Malmö y a poca distancia, en el mar, destacaba la primera maravilla, de las muchas que veríamos en los días siguentes, de la ingeniería escandinava: el puente-túnel de Øresund, que une Copenhaghe (capital de Dinamarca), con Malmö, importantte ciudad sueca. Cuenta con dos líneas de tren y cuatro carriles de carretera.
El conjunto de túnel por debajo del mar y puente sobre el propio mar cubre los pocos kms. que separan Dinamarca y Suecia. El túnel tiene una longitud de 4050 metros, está en la parte danesa y sale a la superficie en la isla artificial de Kastrup; a partir de ahí, se eleva el puente de 7845 metros, con un tráfico mixto de tren y vehículos, cuyo pilar más alto mide 204 metros.
¡¡Es impresionante!! y pasarlo por debajo da un punto de vista interesante. Inicialmente, tenía previsto pasar por el túnel-puente en moto, pero al final, pensé que era mejor (y algo más barato) pasar la noche descansando en el barco y ahorrar unos cuantos kms de conducción, ya que a partir de Malmö quedaban muchos kms. que recorrer. Supongo que es impresionante curzar esta gran obra de ingeniería por encima, pero verla desde el mar tampoco está nada mal.
A la llegada, pasamos un tiempo buscando la moto, entre que me pierdo en el interior de esos armatostes y el lío de las escaleras al emabarcar, no tenía idea de dónde estaba la moto y tuvimos que recorrer un par de cubiertas de carga hasta que dimos con ella. apretujamos todo como pudimos en la moto para intentar salir antes de que empezasen sacar el grueso de camiones y tocamos suelo sueco a través de los neumáticos de la moto por primera vez. Al poquito de salir, paramos en un apartado de la carretra de salida del puerto para reordenar lo que habíamos colocado de mala manera y esos pasos alrededor de la moto y las maletas fueron los primeros en tierra vikinga, con multitud de camiones a toda leche pasando demasiado cerca.
Pues nada, nuestros zapatos ya tocan suelo sueco. Nada más salir del barco, paramos para reordenar el equipaje, que con el lío lo hablamos dejado todo a medidas. Además, tengo que poner el navegador en el móvil pero resultado que no hay conexión; sin saber porqué, parece que no tiene datos. Puede que haya sido el calor que hace, que haya dejado frito algún repetidor poco acostumbrado a estas temperaturas más propias del sur de España que del norte de Europa.
Tras unos minutos de cabreo, empiezo a preparar para arrancar una segunda aplicación de navegación: como opción principal utilizo Google Maps, pero por si acaso se pierde la conexión (como nos ha sucedido) llevo instalada otra que no necesita datos (Maps ME), ya que los mapas necesarios se descargan al teléfono y luego solo hay que definir la ruta y ya está. Pero mientras empiezo a tocar la segunda app, de la misma forma que desaparecieron los datos, vuelven a aparecer y ya todo funciona normalmente.
Total, que de nuevo salimos tarde y nos quedan 400 y pico kms. Salimos de Malmö por la E20 que nos lleva hasta Halmstad, donde dejamos esa carretera y empezamos por la A26. !Qué preciosidad de carretera! Pero antes de nada, lo que no podía faltar: lluvia torrencial nada más empezar la A26. Tenemos suerte y enseguida aparece un sitio en el que parar y ponernos el traje de agua (que debería haber sido de buzo, según caía); pero claro, en cuanto nos pusimos los pantalones, cosa nada fácil, por cierto, dejó de llover.
Por supuesto, no nos dejamos engañar y terminamos de ponernos el impermeable y seguimos camino. Efectivamente, más tarde nos volvió a caer, pero ya estábamos preparados.
La carretera era preciosa, bosques, lagos, pueblos muy bonitos y mucho verde. El único pero es que tienen unos límites de velocidad un tanto restrictivos, la velocidad normal de esa carrera está entre 80 y 90; tienen mogollón de radares y unas multas de espanto. Así que nada, podemos contar los árboles a los lados de la carretera; íbamos tan despacio que, en caso de error, nos daba tiempo a recontar.
Al final, con tanto árbol, tan despacio y tanto kms para llegar al destino del día, se hizo un poco largo. Menos mal que cuando llegamos a nuestro destino, se nos olvidó todos los malos ratos: el pueblo era muy chulo, con un pequeño puerto en un lago gigante. Las casas de madera, casi todas de color rojo. Vamos, la estampa que te imaginas si piensas en Suecia.
Al lado de nuestra cabaña una tienda que cierra muy tarde, lo que implica que hoy no nos quedamos sin cervezas.
Este primer contacto con el paisaje sueco, tras dejar atrás las lluvias, fue abrumador, preludio de lo que encontraríamos posteriormente en Noruega. Mirases dónde mirases, había frondosos bosques, un verde brillante y abundante, lagos, pueblos con sus innumerables casas rojas de madera….
Al preprar el viaje, ví que la mayoría de la gente sube por la costa sueca, que debe ser impresionante también, pero a mí me atraía el interior del país; además, todas las costas por las que he viajado, suelen estar mucho más concurridas y, por tanto, con mucho más tráfico.
Teníamos que recorrer de sur a norte casi toda Suecia y teníamos que hacerlo lo más rápidamente posible, así, preparé la ruta por el interior, confiando que no fuesen tramos aburridos. Pero no, nada de aburrimiento, a pesar que tanto árbol, tanto verde y tanta belleza de paisaje puede resultar monótono al finalizar el día, no considero que haya sido aburrido y mucho menos este primer día, que, con la novedad, nos tenía ensimismados observando todo a nuestro alrededor.
Al llegar a al destino del día, Sjötorp, localizamos con facilidad el lugar en el teníamos reserva, pero para nuestro desconcierto, la recepción estaba vacía y no veíamos a nadie para preguntar.
Menos mal que alguno de los dos se nos ocurrió apuntar con el traductor del teléfono a los muchos papeles que habá pegados en la puerta de la recepción y uno de ellos indicaba que teníamos que ir a un resturante a unos pocos metros del lugar y preguntr allí. Así que dejamos los cascos encima del asiento, la moto cargada y fácil de llevarse cualquier cosa y nos dispusimos a pasear hasta el restaurante indicado. Cierto que con cierto resquemor, pero el ambiente del pueblo y lo leído de otra gente que ha viajdao por aquí, nos hizo confiar en que no habría problemas.
Así fue, ningún problema con la moto y las cosas que dejamos encima de ella. Localizamos el resturante, un lugar que servian pescado y patatas fritas «a mogollón». Hasta llegar al restaurante no vimos a nadie por la calle, pero el restaurante estaba repleto de gente dando cuenta del pescado (local supusimos) y patatas.
Nos dieron la llave, retornamos por el mismo camino y descargamos la moto. Mientras descargamos las cosas la noche, cena y desayuno, vímos que muy cerca de allí había un cartel que parecía de una tienda de comestibles, y tras dejar moto y habitanción listas, nos acercamos y, efectivamente, vendían de todo, incluso cerveza fría.
Nos dejamos llevar por el entusiasmo y nos hicimos con 6 latas de medio litro, que dejamos en la habitación mientras dimos una pequeña vuelta por el pueblo hasta un embarcadero en el lago con pinta de haber conocido mejores tiempos: en el mismo embarcadero había un restaurante cerrado, parecía que funcionaba, pero solo fines de semana o días con afluencia asegurada; igual que un montón de barcas apiladas, que parecían esperar que alguien las sacase a navegar…
Total que en vista que no veíamos un mejor plan, volvimos y nos dispusimos a catar las cervezas. Sí, estaban buenas y se mantenían frías (hacía un fresquito apreciable y las habíamos dejado fuera de la ventana). Nos lanzamos sobre las cervezas y nos bebimos una lata cada uno con la avidez generada en los días previos en los fue difícil encontrar uan cerveza para asentar el espíritu, Tanta ansia cervecera, sumada al madrugón, a los kms recorridos, a la emoción del primer día por tierras nórdicas y, por supuesto, a la tensíón provocada por la lluvia en el camino nos llevó a beber demasiado deprisa de forma que al terminar la primera lata y pensar en la cena, se nos antojó casi innecesaria, estábamos más cansados que hambrientos, pero algo había que cenar, así que, casi obligados, tiramos de la despensa ambulante y, por supuesto, de cerveza para acompañar, pero sorprendentemente, coincidimos en «abre solo una, si luego queremos más, ya abriremos otra».
Como ya anticipaba esa extraña declaración, nos fuimos a dormir enseguida dejando litro y medio de cerveza sin un futuro decente, ya que aún no estábamos preparados para desayunar con cerveza a horas poco convenientes para realizar cualquier cosa, con lo que o encontrábamos un hueco en el equipaje o tendríamos que abandonar a su suerte esas tres latas. Se me encogía el corazón solo de pensarlo porque no veía posibilidad de meterlas en ningún hueco.
DÍA 5. 27/06 SJÖTORP – HAMMERDAL. 650 kms.
https://goo.gl/maps/gE7TYCGoz6ve6XFR8
Primer día largo con muchos kms a recorrer. Vamos por la A26 hasta Mora (pueblo de nombre sorprendemntemente comprensible) y desde allí, la E26 hasta el destino. En los días de planificación, esta era uno de los trayectos que me daban cierto resquemor, ya que suponía muchos kms., muchas horas en la moto y (desconocedor del entorno por el que circularíamos) firme candidato a aburrirnos. Pero estaba muy equivocado, aburrimiento cero, muchas horas de moto sí, al final del día, ganas de llegar, sí, pero nada de aburrimiento y terminas el día con muchas imágenes increibles en la cámara y en la memoria.
Día con algunos inconvenientes meteorológicos en forma de lluvia, incluso algo de frío, pero gran parte del camino con un calorcito muy agradable para viajar en moto. Hacia la mitad del trayecto entramos en Mora, lugar en que abandonábamos la E26 para coger la A45 hasta el camping dónde teníamos reservada una cabaña. Al atravesar la ciudad, pasamos junto a un restaurante pegado a un precioso lago, con una terraza muy grande, muchas mesas en esa terraza rozando el agua, sitio para aparcar cómodamente dejando la moto visible desde la terraza y bastantes lugareños dando buena cuenta de los platos del día. Así que, tras consultar con la jefa sus necesidades de suministros líquidos y sólidos, acordamos dar la vuelta en el primer sitio posible, volver a aquel sitio y ver si los precios estaban a nuestro alcance.
Realmente asequible, para lo que se estila por esos países; la oferta gastronómica, en forma de buffet, no era muy varíada ni de alta cocina sueca, pero era suficiente y atractiva: muchas verduras y ensaladas, algo de pescado y bastante carne, sobre todo salchichas, de diversos tipos y tamaños; esto ya inclinó definitivamete la balanza: si hay algo que no puedo resistir es un buen montón de salchichas o un plato de albóndigas.
Como decía, el precio bastante bien, aunque las cervezas había que pagarlas a parte, ya que la bebida que incluía el menú era un té frío de frutos rojos (o algo así, no conseguí entender qué era), pero no parecía muy adecuado para acompañar el mogollón de salchichas que pensaba devorar, así que haciendo uso de mi indescifrable inglés, sustituímos el rosadito liquido por el dorado brillante de un par de cervezas.
Ensalada y pescado para Elisa y algo de verde para decorar, un buen montón de salchicas y una especie de filete ruso, para romper el aspecto predominantemente fálico de la comida y nos dispusimos a comer, a la sombra por supuesto, ya que tanto las cervezas como yo somos incompatibles con los rayos solares.
La etapa de hoy nos lleva desde Sjötorp a Hammerdal, unos 650 kms para ir abriendo boca. Si la etapa anterior me gustó, está aún más.
A diferencia de ayer, tras las primeras 2 horas, decidí pasar de las limitaciones y acelerar un poco; todo el tiempo que podamos ahorrar nos vendrá bien para descansar. Pero vamos, sin exagerar, un poco más de lo marcado y listo.
Sin embargo, a pesar de lo bonito de la etapa, al final se hizo pesado. Son muchos kms y mucho tiempo en la moto, yo al final tenía el culo dolorido de tanto asiento. En cambio Elisa no, debe ser ese relleno redondito que Dios le ha dado.
Esta etapa me recordó los primeros días de planificación, en los que pensaba la forma de reducir o incluso evitar estas etapas suecas. Hoy, ya pasados los malos ratos, pienso que está etapas hay que hacerlas aunque se te gangrene el culo. Hay que conocer esas carreteras suecas, esos pueblos, esos bosques..
Volviendo a la etapa en sí, como en día anterior, tuvimos de todo, desde un calor asfixiante, hasta un frío bastante apreciable pasando por tormentas de agua importantes. Con tanto lío, hemos decidido no parar a cambiarnos, si llueve mucho nos mojamos, pero sabemos que el calor que vendrá después y el aire de la moto nos secará.
La ruta, básicamente, recoge la A26 y la E45, sin desperdicio alguno.
El final era un camping bastante aislado y tranquilo pero contaba con una nevera en la recepción llena de cervezas muy frías. Ideal para recuperar los esfuerzos del día.
Al final del día, empezamos a entender que los horarios comerciales, y los pocos sitios para comprar que habíamos podido ver por el camino, iban a obligarnos a realizar las compras del día ante de llegar al destino. Lo poco que vímos estaba cerrado, pero no nos preocupó demasiado ya que aún teníamos bastantes reservas en nuestra despensa y la recepción nos proveía convenientemente de cerveza fría.
Como curiosidad culinaria, esa noche probamos algo, comprado en casa, desconocido para nosotros hasta el momento: espaguetis de garbanzos. He de decir que no me entusiasmó la experiencia, pero a la vez, debo reconocer que podría convertirse en un alimento aceptable si tienes a alguien detrás de tí apuntando con una pistola a tu cabeza y haciendo hincapié en la urgente necesidad de consumir semejante bodrio.
La cabaña, pequña y suficiente para hacer la cena, cargar moviles, cámaras, etc. y con el baño a unso 150 metros, al otro lado de la pradera que se extendía enfrente de la línea de cabañas. Esto me permitó inaugurar el uso de un nuevo dispositivo especialemtne adquirido para este viaje: el orinal portátil y plegable.
A estas alturas, las diferencias de opinión entre mi próstata y yo, respecto a los momentos adecuados de micción, se hacen ya apreciables. Por ello, la expectativa de las noches en una cabaña separada bastantes metros del baño más cercano, no era precisamente lo más atractivo del viaje, por lo que cuando llegó a conocimeinto de Elisa este artilugio, no dudó en hacerse con una unidad y regalarmelo no sin cierta sorna, halagando las ventajas del susodicho artilugio.
Orificio de acceso francamente holgado,al menos en mi caso, ocupa muy poco y la utilidad que proporciona compensa con creces la incomodidad (sobre todo la vergüenza) de andar de aquí para allá con el dispositivo lleno buscando un lugar para desaguar.
Como recomendación de uso a tener muy en cuenta, no es conveniente plegar el artilugio si está lleno.
DIA 6. 28/06 HAMMERDAL – ROVANIEMI. 744 kms.
https://goo.gl/maps/gE7TYCGoz6ve6XFR8
Toca madrugar, hoy es la etapa reina con casi 750 kms, dejaremos Suecia y pasaremos a Finlandia. Nos acercamos al circulo Polar Ártico y se nota que la noche está perdiendo la batalla con el día. La noche pasada prácticamente no ha oscurecido y a medida que avancemos hacia el norte, el día no deja sitio a la noche; es una sencación rara que te despista y a la que no terminas de acostumbrarte.
En la carretera más de lo mismo: paisajes, lagos, bosques, y en lo meteorológico igual: alternancia de lluvias esporádicas con zonas soleadas para pasar después a un poco de fresquete pero sin nubes y finaliza el día con una buena temparatura. Este día, además, tras llegar a destino y descargar la moto, tuve que lidiar con la fauna local más caracerística: los mosquitos finlandeses, estoy casi seguro que esos pequeños cabrones me recordaban de la otra vez que vine a Finlandia, allá a finales de los 80 del siglo pasado, y me tenían reservada una venganza de la que no pude librarme; di la batalla por perdida y me tuve que refugiar dentro de la cabaña, abandonando la cómoda terraza en la que acompañado de la consabida cerveza me instalé para dar buena cuenta del brebaje.
Me adelanté en plan avanzadilla mientras Elisa terminaba alguna cosa en el interior, pero no pude conquistar la plaza y no me quedó más rmedio que correr con el rabo entre las piernas (siempre corro así, no entiendo ese dicho popular) hacia el interior y avisar a Elisa que no se la ocurriese asomarse a la calle.
El escrito del día refleja estas alternancias meteorológicas y, sobre todo, el sitio extraño en el que comimos: en un añadido a la planta inferior de un chalet habían habilitado una pequeña tienda con un mostrador que contenía unos cuantos bocadillos, sandwiches y alguna bandeja con preparados básicamente vegetales, una nevera con algunos refrescos (nada de cerveza, por supuesto) y dos contededores, uno con agua y otro con lo que supusimos que era té, al menos el color era de té. Dispersas por el jardín unas cuantas mesas y sillas; ese fue nuestro comedor del día, al menos hasta que la lluvia decidió que había llegado el momento de dejar de perder el tiempo con aquellos extraños alimentos y descargó con ganas mientras nos poníamos los trajes de buzo, escafandra incluida.
Hoy, día 28/06, dejamos Suecia y pasamos a Finlandia, concretamente a Rovaniemi, hogar las barbudo de los trajes rojos, amante de una bebida refrescante parecida a la Pepsi Cola.
Desde el inicio hasta unos kms antes de la frontera con Finlandia, la carretera es como la de días anteriores, es decir, muy bonita. Y como en días anteriores, tenemos de casi todos tipo de eventos meteorológicos.
Son 744 kms a velocidad contenida; a pesar que la etapa empieza muy bien, la parte finlandesa deja mucho que desear, de hecho, dejas de desear todo, excepto llegar de una pilingui vez (a ver si pasa el control de buenas formas).
En la comida, sorpresa positiva: Elisa se deja llevar por los placeres de la comida local, algo poco o nada usual. Desde la moto localiza un sitio que se anuncia como B&B y catering. El pueblo no estaba sobrado de oferta culinaria, así que vamos al lugar. Para entrar hay que subir por una especie de camino a medio asfaltar, lleno de grava y con una pendiente importante.
Elisa elige una especie de pastel de algo similar a la ensaladilla rusa, pero solo similar, rematado por un montoncito de gambas, una loncha de queso y otra de un fiambre sin identificar, todo colocado con desigual suerte.
Yo pido algo parecido a una base de pizza (aproximadamente un cuarto de una pizza para 1) con una mezcla de varias lechugas y mahonesa, pepino, tomate y, por supuesto, el montoncito de gambas, la loncha de queso y la de fiambre desconocido.
Eso sí, no hay cerveza. Pero lo importante es el cambio en la actitud de Elisa y el lanzarse a comer algo desconocido. En esto somos muy diferentes: ella, para llevarse algo a la boca, necesita tener una relación de mucho tiempo con el alimento en cuestión; yo como cualquier cosa que no corretee por el plato.
En fin, la comida no estaba mal, un poco monótona porque la mahonesa «igualaba» los sabores, pero no podíamos olvidar el factor tiempo: nos costó encontrar una mesa a la sombra porque hacía un sol radiante, pero no pudimos terminar de comer porque se puso a llover sin previo aviso.
En resto de la etapa transcurre tranquila hasta el destino, un buen sitio con una cabaña bien apañada a un precio bastante razonable.
El tramo finlandés resultó un tanto pesado; quizá fuesen los kms. acumulados y consiguiente cansancio, pero también el paisaje se tornó más monótono y más zonas densamente habitadas. Menos mal que la carretera era buena y nos permitía avanzar a buen paso; al final, un avez en el destino del día, todo mejoró, en gran parte porque la cabaña/habitación que nos dieron, estaba muy buem: bastabte grande, equipada con baño y cocina y un espléndida terraza (que no pudimos aprovechar por los mosquitos, como indiqué al principio del día).
Este camping estaba a pocos kms de Rovaniemi, por lo que no había nada que visitar, salvo el propio camping; además, el cansancio hacía mella y el ejercito de los «3000 Mosquiteros» acechaba en las inmediaciones, así que, bien provistos de cerveza comprada en el propio camping, nos dispusimos a disfrutar de la habitación y de la posibilidad de cenar algo más elaborado que embutidos y pan.
DÍA7. 29/06 ROVANIEMI – HYTTE CAMP NORDKAPP, 9763 SKARSVÅG, NORUEGA. 704 KMS.
https://goo.gl/maps/wN9NxM9wzCSN9M248
¡¡¡ Hoy llegamos a la isla de Magerøya !!! Aquí está Cabo Norte. Tenemos poco más de 700 kms por delante pero a pesar de ello no madrugamos; hemos quedado con Santa que nos invita a café en su choza, pero no madruga mucho, así que no queda más remedio que levantarse pasadas las 8,.desayunar con tranquilidad, cargar la moto y salir a eso de las 9:30 a ver al personaje. Después los últimos kms con rumbo norte; después de la ruta de hoy, el resto de kms serán con rumbo sur. Efectivametne, llegamos al punto más al norte al que se puede llegar por carretera.
Tenemos muchos kms por recorrer, pero contamos con todo el día y como la noche no frecuenta estos lugares, tenemos muchas horas para conducir sin el peligro de la oscuridad. Como decía en el escrito diario, entramos en zona de renos y sí, nos acompañaron en buena parte del recorrido, sobre todo en la segunda mitad del mismo.
Hoy, 29/06/2023, llegamos a Cabo Norte. Fin de las etapas de acercamiento e inicio del viaje de verdad: conocer Noruega. Hasta ahora todo era «trepar» por el mapa a partir de ahora solo es «dejarse caer» hasta llegar a casa. Además, la etapa tiene otros alicientes: vamos a saludar a Santa, cruzamos el Círculo Polar Ártico y entramos en zona de renos.
La primera parada es en casa de Santa, muy cerca de donde estamos alojados. Tras cargar la moto salimos con los nervios propios del evento, no todos los días puedes charlar con tan ilustre personaje y menos en su propia casa.
Al llegar, nos anuncian que Santa Klaus no está en casa porque ha tenido que ir al veterinario con uno de sus renos por un problema grave. Parece ser, que algún desalmado, miembro de un banda que trafica con carne de reno (muy apreciada en la zona), le ha cortado un cuarto trasero al animal y le ha dejado en un estado lamentable.
Parece ser que el reno ha sobrevivido, aunque anda fatal, pero como estos renos vuelan para llevar a Santa y sus regalos a lo largo de todo el mundo, no dudan que estará en perfectas condiciones para la próxima Navidad, ya que las patas no las utilizan demasiado.
Total, que nos damos una vuelta por allí apreciando la cantidad y variedad de merchandising que financia al personaje el resto del año.
Tras las fotos de rigor en la línea del Círculo Polar Ártico, seguimos camino en la búsqueda de renos y de acercarnos a Nordkapp. Tenemos por delante casi 700 kms. La ruta pasa por Inari, una ciudad que nos ha recomendado visitar un amigo que ha estado por aquí hace poco, pero vamos con mucho retraso (nos hemos entretenido demasiado en la casa de Santa, haciendo tiempo por si volvía y podíamos verlo, sobre todo al reno de tres patas).
Tiramos rumbo Norte y como a 200 kms de Rovaniemi aparece el primer reno. Tardamos un buen rato en ver el siguiente y a partir de este segundo, la frecuencia es cada vez mayor incluso tuvimos una pareja de renos (suponemos que eran pareja, no les preguntamos ya que nuestro finlandés es muy escaso) en medio de la carretera correteando delante de nosotros. Es impresionante la cantidad de estos animales que hay. Tercer objetivo cumplido.
El camino es una ruta interesante, pero a partir de Lakselv, se vuelve extraterrestre. Se va bordeando la costa con el mar a la derecha y una inmensa zona de marismas que proporcionan un paisaje que solo puede definirse como de otro planeta. La carretera en buen estado, curvas divertidas siguiendo la sinuosa costa y tras pasar el túnel submarino que lleva a la isla de Magerøya (donde está situado Cabo Norte) el paisaje se torna abrupto, magnífico, unas montaña impresionantes con subidas espectaculares y vistas no menos impresionantes.
No me había imaginado así la isla, la he visto un millón de veces en Google Maps, pero no me había percatado de los desniveles de la isla. En muy pocos kms se suben, casi diría que se escalan, unas montañas impresionantes. En fin, una maravilla que ya justifican en esfuerzo que significa llegar hasta aquí. Y aún nos queda mucho por ver a lo largo de Noruega, así que, sí, va a merecer la pena.
En cuanto al tiempo, en general ha estado muy despejado; en la casa de Santa estábamos a 26°C, por la costa antes de llegar a la isla, la temperatura oscilaba entre los 10 y los 12 grados, lo que unido al fuerte viento que venía desde el mar hacia que fuera desagradablemente frío. Subiendo las montañas de la isla, nos topamos con una espesa niebla y cuando llegamos a la cabaña en la que dormiremos, hacia un sol radiante y alrededor de 14°C.
Esta noche (o lo que sea, porque aquí no oscurece) a descansar y mañana visitaremos Cabo Norte.
El chiringuito/parque temático que tienen montando a costa del Santa Claus, es magnífico y como todos los parques. orientado a sacar pasta a los turistas que pasamos por allí. Supongo que todos los sabemos pero todos compramos a precio de oro las cosillas que allí exponen. Conocí este sito a finales de los ochenta del siglo pasado en un viaje en coche por Finlandia, ha cambiado mucho desde entonces, ahora es un sacacuartos profesional, ha evolucionado desde aquel centro casi gratuito; ahora cobran por todo: visita a los renos y resto de animales en un pequeño zoo, envío de cartas y felicitaciones de Navidad desde el centro postal de Santra Claus, tienen cabañas y un hotel para pasar unos días con los niños, cafeterías y restaurantes….
Estando por allí y vimos que el señor de rojo se dejaba ver en un horario cercano, así que hicimos un poco de tiempo, con un café por medio, hasta que llegó la hora y nos acercamos al lugar, dónde caímos en la cuenta que habíamos cooincidido con casi todas las personas humanas de la comarca; había una cola tremenda y tras un pequeño cálculo aproximado entre el ritmo de avance y la longitud de la cola, determinamos (bueno, yo, Elisa se quedó con las ganas pero no le quedó más remedio; ¡no se puede ganar siempre!) abandomar la cola y seguir viaje. Nos quedaba mucho por recorrer y el previsible intercambio de saludos y felicitaciones con el señor de las barbas no justificaba, a mi entender, el tiempo que deberíamos emplear. Arrancamos en cuanto guardamos dónde pudimos las recientes adquisiciones y tiramos rumbo norte.
Aprovechamos para surtirnos de especialidades locales entre las que destacan los embutidos de reno, que como se puede ver en la foto a la derecha, el salchichón de reno es todo carne, sin grasa; es de suponer que la grasa que tengan la acumularán en la piel para ayudar con el fresquete invernal.
Cierto es que el mobiliario del local estaba un poco duro, pero las viandas adquiridas junto a las cervezas (frías) nos hicieron olvidar esas pequeñas incomodidades. Tras dar buena cuenta de la comida, seguimos viaje lo antes posible, pues aún estábamos muy lejos del destino del día.
Sin embargo, tras escasos 70 kms., empecé a echar de menos un poco de cafeína, pero la zona en la que estábamos, no parecía propicia para encontrar algún lugar civilizado con café recién hecho. Sin embargo, ya creo que por la intervención de la diosa nórdica Gangr, diosa del hambre y la carestía (que a juzgar por los precios debía pulular por la zona), de repente, apareción al lado de la carretera un lugar como caído del cielo: Cafe Zippi & Suhaus.
Entre unas cosas y otras, se acercaba el mediodía y estábamos saliendo de Rovaniemi y no tenía muy claro qué carreteras nos encontraríamos; si hay mal asfalto, carreteras estrechas y peligrosas o similar, no llegaremos a una hora decente al destino.
Tras poco más de 100 kms., el estómago empezo a hacerse notar y la hora aconsejaba parar a comer algo, aunque eso fuese en contra del apretado planning del día, así que al pasar por una población bastante grande, vimos un apetecible restaurante y nos tiramos de cabeza.
El restaurante era un gran supermercado con un parking gigante al lado en el que sí había un restaurante, pero preferimos la terraza con vistas y a la sombra que se ve en la foto.
Un lugar bastante extraño por su ubicación y por su contenido: un café, una terraza cubierta para tomar el café y un chiringuito de recuerdos para guiris, todo ello perdido en medio de un bosque precioso, eso sí, con bastante gente; de hecho, a los pocos minutos de parar nostros, apareció, y paró, un autocar de japoneses; menos mal que ya habíamos acabado nuestro café y comprado las imprescidibles baratijas (no tan baratas).
Tras unos pocos kms más, apareció el primer reno del viaje, pero nos pilló despistados y no teníamos preparadas cámaras, móviles, etc. así que no pudimos documentarlo gráficamente. Sin embargo, esto dió el pistoletazo de salida y a partir de aquí empezamos a ver renos y más renos a cada momento; La siguiente aparición tardó unos 40 kms más, pero fue muy interesante porque la pareja de renos nos guió unos 100 metros por la carretera; se plantaron la mitad de la carretera y aunque nos pusimos a muy pocos metros, no se asustaron y siguieron su camino por la vía hasta que les pareció bien y se echaron a la cuneta, perdiéndose a continuación en el bosque circundante.
Ya teníamos ganas de ver renos y a partir de aquí, a cada momento, aparecía por las cunetas un pequeño rebaño de entre 4 y 10 miembros. Al final del día, ya ni les prestábamos atención, hay millares de estos bichos pululando por todos lados. Solo había que tener cuidado porque no tienen la costumbre de mirar al cruzar la carretera, y de vez en cuando te dan un susto.
Desde aquí hasta Lakselv es una sucesión de bosques, renos, lagos, ríos… una preciosidad, pero en Laskev el paisaje cambia totalmente, se va bordeando el fiordo Porsangen, de 123 kms de largo, el cuarto de Noruega en longitud.
A pocos kms de Lakselv, suponemos que por efecto de la marea, el agua se había retirado dejando al descubierto amplias zonas jalonadas de rocas redondeadas por la erosión del agua que daban al paisaje un aspecto «lunar»; no sé describirlo de otra manera, era espectacular.
A estas alturas las cámaras de acción estaban sin batería y yo sin memoria para recordar que las baterías hay que cambiarlas cada cierto tiempo; así que, nos quedamos sin imágenes de esta zona, ya que no llevábamos la cámara de mano en ese tramo.
Se recorre el fiordo práctiacamente completo hasta que un giro a la izquierda te encamina a la entrada del túnel de acceso a Magerøya el cual desemboca en la isla en la que está ubicado Cabo Norte.
A Elisa, eso de los túneles no le hacen excesiva gracia y si encima van por debajo del agua, menos aún, así que aprovechando que ya estábamos cansados por la cantidad de kms recorridos y alucinados por lo que estábamos viendo, empece a hablar por el intercomunicador en cuanto avistamos la boca del túnel.
Pretendía despistarla para que no cayese en que estábamos ya en el acceso a la isla y ella sabía que era un túnel bajo el agua; así que empezamos a preparar el planning para día siguiente aprovechando que teníamos lavadora en el camping al que íbamos, que visitaríamos Honningsvåg, etc.
Cuando nos quisimos dar cuenta, el túnel se había acabado y Elisa se dió cuenta de la treta. Ese fué el primero y el segundo (a la salida de la isla) bajo el agua, pero pasaríamos algunos más, sin oportunidad de usar el mismo truco para distraer a Elisa.
El paisaje de la isla es pura tundra, prácticamente sin árboles, da una sensación de tierra salvaje y poco amistosa con el hombre y da cierta desazón pensar en los inviernos por esa zona.
La imagen de la derecha muestra el paisaje de la isla, Como todas las fotos, no trasnmite la esencia verdadera de lo que allí sentíamos, no se nota el sentimiento de pequeñez que te invade sabiendo que estás atravesando todo aquello porque la naturaleza te lo permite; estamos en la época en que el sol triunfa y las temperaturas son aceptables. No imagino lo que debe ser vivir aquí en invierno.
Esta fotografia fué tomada a las 23:44 el día 29/06. Hacía 12 horas que estábamos abandonando las instalaciones de Santa Claus y todo ese tiempo nos ha dado para recorrer unos 700 kms sin demasiadas interrupciones.
En unos pocos kms más, divisamos nuestro destino, el HYTTE CAMP NORDKAPP, un lugar a 4 kms de Skarsvåg y a 12 de Cabo Norte.
Veníamos con la idea de descansar un rato del viaje y aprovechando la claridad reinante en todo momento, acercanos a Cabo Norte de madrugada para evitar el pago en el acceso, si es que seguía existiendo, como las previsibles aglomeraciones de gente por el lugar. Pasadas unas horas, tras las fotos de rigor bajo la bola, volveríamos a la cabaña para descansar todo el día 30 y empezar el descenso por Noruega el día 1.
Sin embargo, las circunstancias mandan: era alrededor de las 12 de la «noche», estábamos muy cansados, si queríamos ir al Cabo Norte, tendríamos que salir de inmediato, ya que si no, en cuanto dejásemos nuestros cuerpos sobre una silla o una cama, caeríamos en un letargo que no nos permitiría madrugar para seguir el plan previsto. Así que recompusimos el plan y decidimos dedicar el 30 a hacer absolutamente nada, salvo las tareas imprescindibles de lavados de ropa, etc. De forma que rebuscamos en la despensa móvil, comimos una frugal cena y a dormir sin activar el despertador. Mañana despertaríamos a la hora que nos pidiese el cuerpo y como prinpial objetivo (y prácticamente único) nos propusimos visitar Honningsvåg, visitar la zona portuaria y comercial, el antiguo Artico Ice Bar, sustituido por el Christmas House, comprobar si las burbujas de las cervezas sufren o no alguna variación en esa latitud tan al norte, comprar algunos recuerdos y regalos para la familia y amigos y, si se tercia, alguna provisión.
De esta forma, la visita a Cabo Norte la realizaríamos en la madrugada del día 1 de Julio, dando inicio la siguiente etapa que nos llevaría durante 11 días a lo largo de Noruega en rumbo sur, verdadero objetivo del viaje.
DIA 8. 30/06 HONNINGSVÅG. 43 KMS
https://maps.app.goo.gl/qTAdQtFzMs9PSBiR
Al abrir los ojos en estas latitudes quedas totalmente despistado, no tienes la más remota idea de la hora que puede ser, aquí la luz parece indicar siempre que deben ser alrededor de las 12 del mediodía. Café soluble frío, ducha rápida, vaciar totalmente las maletas de la moto y a ver la ciudad. Me hubiese gustado ver el bar de hielo, pero hacía unos años, creo que a raíz de la pandemia, desapareció el bar y crearon un espacio para la venta de cosas navideñas y recuerdos nórdicos para los turistas que llegan en manada en gigantescos barcos.
El pueblo no tiene demasiado que ver, el puerto está interesante con vistas como la que se ve a la izquierda y la zona comercial con unas pocas tiendas con todo tipo de artículos para que el visitante se lleve un recuerdo ajustado a sus gustos.
En una pequeña vuelta que dimos para conocer el pueblo nos dió tiempo a pasar una aventura de cierto riesgo: el pueblo está asentado en una laderas de una colina que termina en el puerto, con lo que las calles paralelas al mar en determinados puntos tienen un desnivel muy apreciable entre una y otra.
En uno de esos puntos, había un solar vacío y se veía la calle de abajo como a una 8-10 metros separado por un terraplen casi vertical. No pudimos desentrañar qué es lo que hizo que una señora con edad suficiente para saber que la ley de la gravedad rige en todas partes y es más fuerte que sus menguantes fuerzas; sin embargo, se acercó al terraplen (no estaba vallado, supongo que confiando en el sentido de supervivencia de los humanos) e incluso pretendió dar un paso para llegar a un pequeño saliente con el resultado que se deslizó pared abajo con la suerte que quedó varada a cosa de metro y medio del borde superior, pero sin posibilidad ni fuerzas para incorporarse y con el consiguiente peligro de caer si se movía sin control.
De inmediato, uno de sus acompañantes, de igual edad se acercó al borde del terraplen, bajó al pequeño saliente que pretendía alcanzar la señora y desde allí, a duras penas consiguió que la señora se incorporase agarrada a él. Pero la situación no mejoró, ahora había dos personas atascadas sin poder girarse ni moverse ni mucho menos subir por sus propios medios.
En ese momento, una voz de Elisa me sacó de mi ensimismamiento: «ayúdales que se van a a caer». Como puede hice una especie de escalón en la pared en el que apoyar un pié y desde allí tendí la mano al señor que a su vez sujetaba a la señora y de inmediato, otra persona desde el borde me dió su mano para sujetarme.
De esta manera, entre el señor de arriba, yo y el señor que tenía sujeta a la señora, pudimos ir trepando el escaso metro y medio que separaba a la suicida fustrada del borde. En el escaso tiempo que pasó desde que le dí mi mano al señor y el de arriba me agarró la mía, alguien susurró en mi oido: «gilipollas, ¿qué vas a hacer ahora? como te muevas vais los tres para abajo». Al final, terminó bien la historia y los momentos de inquietud quedaron solo en una historia más que contar y en una excusa cojonuda para ir a tomar una cerveza.
El escrito del día fue breve, muy breve: 30/06/2023, a unos pocos kms de Cabo Norte y en todo el día hicimos una corta vista a Honningsvåg a comprar regalitos y algo de viandas locales. Punto. Nada más. Bueno, nos tocamos a dos manos nuestras respectivas gónadas; eso sí, nos recuperamos de las palizas de kms de los últimos días.
Cena rápida y a intentar dormir con el sol entrado a raudales por la ventana. Con esto termina la segunda etapa e iniciamos la siguiente, que todo apuntaba en ese momento a que sería espectacular.